Hoy día el campo mexicano y sus diversos actores sociales (campesinos, pueblos indígenas, pequeños propietarios, entre otros) viven una severa crisis económica de carácter histórico-estructural.
Las causas de este estado de cosas se han acumulado y acentuado por más de un cuarto de siglo y están relacionadas de manera directa con la acción y programas de los regímenes neoliberales del Estado mexicano, así como con las influencia de las directrices y acciones de las instituciones económicas y agencias internacionales como el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, el Banco Interamericano de Desarrollo entre otros.
Más allá de los componentes y condicionantes coyunturales e inesperados que puedan tener (catástrofes climáticas que impactan las cosechas, la caída de los precios de productos agrícolas en los mercados, debacles del sistema económico-político global), las crisis se construyen año con año y son resultado de los modelos económicos que se imponen y de las acciones o la falta de éstas por parte de los gobiernos en turno.
Sin duda, para entender por qué el campo mexicano se encuentra en este escenario actual de precariedad hay que remitirse al cambio de modelo de desarrollo económico por el que optaron los gobiernos mexicanos de fin de siglo.
En un afán por seguir los lineamientos de la política económica planteados por los gobiernos republicanos norteamericanos de Ronald Reagan y George Bush para México, los gobiernos mexicanos del priismo tecnócrata, sin un análisis a fondo y desdeñando las voces disidentes de los actores involucrados (agricultores, organizaciones campesinas, asociaciones civiles, ONGs), pensaron que la liberalización de la economía en el sector rural y el ingreso de los productores agrícolas mexicanos al mercado internacional de América del norte conducirían a la modernización, capitalización y productividad del campo.
México cuenta con una situación geográfica privilegiada, sobre todo para el cultivo de hortalizas; miremos el sureste, esta región cuenta con un clima cálido constante, donde la temperatura más baja son 14° Celsius, cuenta con agua abundante a tan solo 3 metros bajo tierra, por lo que combinadas estas condiciones con una casa sombra y cultivo por goteo; así como, utilizando la técnica de hidroponia, obtenemos un modelo eficiente de cultivo, donde se evitan alrededor del 95% del riesgo de plagas, se logra triplicar la producción a cielo abierto, mediante un ambiente controlado y con la supervisión de técnicos calificados con experiencia en este tipo de cultivos.
Derivado de lo anterior, Rodrigo Domenzain, mexicano visionario, contra todo pronóstico depositó su confianza en este rubro y ha logrado generar emprendedores que inviertan en el proyecto Amar Hidroponia.
Amar Hidroponia es la primera franquicia a nivel internacional que apuesta por el campo. En este concepto de franquicia donde prácticamente se tiene todo resuelto, Rodrigo, su director, se encarga de la comercialización del producto al 100% y actualmente tiene contratos de distribución firmados con comerciantes nacionales de central de abastos e internacionales en McAllen Texas y San Diego California. De igual manera, se continúa la búsqueda de nuevos contratos en otras partes del mundo y se cuenta con capacidad de comercialización para más de 100 productores.
Los inversionistas, tras una revisión preliminar de perfil y previa cita, ya pueden visitar el primer agro parque “AMAR Hidroponia” en algunos municipios de Quintana Roo, a pocos minutos de Cancún donde los franquiciatarios, a diferencia de otras franquicias, no están obligados a radicar aquí, ya que se ofrece un sistema de planeación, administración, supervisión y control en outsourcing que prorrateado entre los inversionistas tiene un bajo costo.
De igual forma, por cadena de valores se busca conformar un grupo productivo fuerte, que al ser más numeroso, obtiene mayores beneficios, como descuentos, promociones y recompensas, centralizando la compra de fertilizantes, agroquímicos e insumos necesarios para la producción, también compartiendo los gastos de transporte, al consolidarlo.
La franquicia unitaria consiste en la compra de una hectárea, en la zona de Quintana Roo, cuyo valor oscila entre los $30,000.00 y los $100,000.00 MXN, el pago de cuota de franquicia de $150,000.00 MXN por hectárea y, lo correspondiente a la inversión para la construcción de la casa sombra, el sistema de riego hidropónico, las semillas de chile habanero suficientes para tener alrededor de 25,000 plantas y otros insumos menores como bolsas, etc. con valor aproximado de $1,850,000.00 MXN; así como la limpieza y nivelación del terreno, construcción de una casa para el velador, baños con fosa séptica, bodega, instalación de luz o compra de generador diesel, elaboración de pozo de agua, compra e instalación de bomba de $100,000 a $150,000 MXN y capital de trabajo para los cuatro meses que tarda en empezar la comercialización del chile habanero.
Con la composición de inversión anterior, se proyecta un Retorno de Inversión entre los 18 y 24 meses. Por lo que más que una franquicia es una oportunidad de inversión más rentable que las existentes en el mundo financiero.
Esta franquicia es ideal como modelo de inversionista ausente por lo que si requiere precalificarse como candidato, no dude en acercarse a Alcázar & Compañía donde con todo gusto le asesoraremos en todo lo relacionado con el proceso de otorgamiento de esta atractiva franquicia.
Julio Pagés Tuñón