Después de la II Guerra Mundial, dos de los países más damnificados fueron Japón y Alemania. Las pérdidas humanas y de infraestructura dejaron un hueco enorme en la humanidad y en el poder adquisitivo de sus habitantes y, por ende, en sus economías. Sin embargo, estos países no sólo se reconstruyeron en pocos años, sino que se volvieron potencias mundiales.
Otro ejemplo: Israel, nación que ha vivido diversas confrontaciones civiles desde su nacimiento en 1948. Pasó de ser reconocido por la exportación de naranjas y el turismo internacional a ser considerada hoy como una potencia en innovación tecnológica y soluciones biomédicas, entre otras.
¿Cómo lo lograron? Las acciones en Japón y Alemania fueron certeras: se impulsaron empresas nacionales específicas valiéndose del talento humano. “La infraestructura humana proporciona un entorno muy favorable: Japón tenía un amplio equipo, altamente motivado, disciplinado, diligente y rápido para aprender, de obreros dispuestos a trabajar largas horas por un salario (inicialmente) muy bajo y realmente comprometidos a servir a sus empresas,” explicó el economista Ivan Tselichtchev, de la Universidad de Niigata (Japón), para el blog Exordio.
“Esto fue amplificado por la formación de un modelo de empresa japonesa única con empleo a largo plazo, antigüedad y sindicatos de empresa cooperativa como sus pilares. En Alemania, empresas como Volkswagen, Siemens y Thyssen, que operan la industria automotriz, electrónica y sec- tores de ingeniería, fueron pilares del crecimiento de la posguerra”.
En el caso de Israel, todos los esfuerzos e impulsos se han centrado en beneficiar la educación profe- sional, además de crear la infraestructura idónea para desarrollar las mejores tecnologías, capaces de competir con Silicon Valley en materia de startups.
Afortunadamente, México no vive ninguna de las condiciones críticas que vivieron estas naciones. Pero podríamos tomar todo lo bueno de la historia, así como las lecciones de Japón y Alemania y las grandes experiencias de Israel, para impulsar nuestra economía y que México pueda tener un despunte interesante en materia de franquicias. Sobre todo si tomamos en cuenta las siguientes ideas centrales que, vislumbro, sucederán en 2017, año que se muestra relativamente práctico para el crecimiento de este modelo de negocio en el país:
1. Creación de franquicias participativas, innovadoras y tecnológicas.
2. Apertura de más puntos de venta que generarán mayor información a las redes y mayor poder a las organizaciones.
3. Mayor exportación de franquicias mexicanas a otros países más allá de EE.UU. (potencializado por la situación de Trump).
4. Mayor financiamiento para franquicias, con fibras y fondos que van a invertir y luego vender.
6. Entrada de más franquicias extranjera.
7. Nacionalismo que generará mejores franquicias y productos.
8. Incremento de la cultura de las franquicias.
9. Franquicias sustentables o inclinadas a lo verde.
10. Migración en temas de asistencia técnica, incluyendo mejores prácticas de franquiciatarios y adopción tecnológica.
Para que todo esto suceda, debemos movernos con rapidez y así evitar mayores especulaciones y desinformación, trabajando en equipo y formando un México mejor.