Jacobo Buzali tenía 24 años de edad, cuando abrió en México la franquicia de mensajería Pakmail de Estados Unidos. Tiró literalmente a la basura los manuales de operación e hizo una tropicalización.
Dos años después, vivió una de las peores crisis de su vida: la empresa cayó en quiebra, había pedido préstamos en dólares y el peso se había devaluado por el conocido error de diciembre de 1994, durante la administración de Ernesto Zedillo.
Su perseverancia, su ética y visión positiva sobre el futuro, dice, le ayudaron a salir adelante. Hoy Pakmail tiene una red de 150 unidades en 22 estados de la República Mexicana.
El empresario confiesa que le gusta la adrenalina, cuestionar todo y dejar su zona de confort. Y, por eso, ahora tiene un nuevo reto. Desde hace 10 meses, es el presidente de la Asociación Mexicana de Franquicias y debe cubrir diferentes frentes para alcanzar la meta que se ha autoimpuesto: pasar de 350 a 600 franquicias asociadas para 2019.
Para lograrlo, debe hacer cambios en una organización que tiene 28 años, en un sector que aporta 3.8% del PIB y genera 900,000 empleos. “Tengo la responsabilidad de hacer esto mucho más profesional de lo que ya es. Quiero que mi legado sea dejar una asociación con la suficiente solidez para ser más relevante para la economía del país.”
¿Cuáles son las principales metas que tienes en tu administración?
Tengo cinco objetivos puntuales. Primero, seguir creciendo y consolidar al sector, que en el último año creció 10%. Segundo, mi prioridad es capacitación y profesionalización, tanto para los emprendedores como para las franquicias. Tercero, promover a las franquicias mexicanas en el extranjero. Cuarto, tener mayores y mejores fuentes de financiamiento, no depender sólo de programas de gobierno, por eso me estoy acercando con algunos bancos. Quinto, crear el comité de honor y justicia para dirimir cualquier diferencia entre franquiciante y franquiciatario, y sexto, acceso a mayor tecnología para que las franquicias puedan mejorar sus procesos.
¿Son suficientes dos años?
Yo creo que es tiempo suficiente, siempre y cuando tengas claro que quien te supla venga de la misma mesa directiva de la Asociación, que el staff se quede ahí y haya continuidad. Es la primera vez que después del cambio de presidencia se queda el equipo. Para mí, los que operan día a día son más importantes que el presidente. El tema siempre debe ser cómo hacemos mejor las cosas.
¿Cuál es tu principal preocupación sobre el sector franquicias?
La educación. Si yo me pudiera enfocar en una sola cosa sería en esa. Educar mejor al público inversionista para informarlo y que no se sienta engañado en ningún momento, y profesionalizar a los franquiciantes para que sean lo más transparentes posibles en todo lo que hacen e informen a profundidad sobre los detalles del negocio. Entre más profesionales seamos los franquiciantes, más sostenibilidad le damos al sector. Y entre mayor información y mejor investigación hagan los franquiciatarios, mayor probabilidad de éxito tendrán.
¿De qué tamaño es el problema de los fraudes de franquicias?
Durante los diez meses que llevo al frente de la AMF sólo he escuchado un asunto así: se trató de un caso aislado, una empresa llamada Elite Corporation que defraudó a gente en Querétaro. De inmediato, nos deslindamos porque ni siquiera era una franquicia.
Lo que nosotros garantizamos es que si alguien toca nuestra puerta, primero, le ayudamos a ubicar qué franquicia puede ser la mejor para él, le damos tres o cuatro opciones y, si alguna tiene una demanda o queja, tenemos la obligación de decirlo y ellos deben investigar más, preguntando a otros franquiciatarios. Por eso, tenemos una campaña permanente para decirle al público inversionista que investigue antes de invertir.
Por nuestra parte, estamos siendo más severos en la afiliación: aunque necesitamos el dinero, no podemos afiliar a cualquiera persona; tienen que cubrir un mínimo de requerimientos como tener un contrato de franquicias, circular de oferta de franquicia (COF), ser una empresa legalmente constituida, manuales de operación, una serie de cosas que nos garanticen que está dentro de la ley.
¿Cómo piensas impulsar a las franquicias mexicanas en el extranjero?
Hace 28 años, 15% de las franquicias era mexicanas y 85% eran extranjeras. Hoy el porcentaje se revirtió: 85% son mexicanas —muchas de ellas exportables— y 15% extranjeras. Esto habla de que en México hemos sabido entender muy bien el modelo.
Nosotros queremos impulsar la exportación. Cuando una franquicia quiere salir al extranjero, lo ponemos en contacto con ProMéxico para que tengan un acompañamiento y aprendan sobre la legislación de otros países. Para que una franquicia sea exportable necesita tener una base muy sólida en el país, que puedan darle un soporte a alguien en Cancún, para después atender en otro país, como lo ha sabido hacer muy bien Kidzania, por ejemplo.
¿Qué sigue para las franquicias en los próximos años?
Yo creo que hay mucho futuro. Cada vez son más las empresas que quieren convertirse al sistema de franquicia. Nos da mucho gusto. Si lo hacen bien, a través de un consultor como debe ser, van a tener mucho éxito.
Por otra parte, si alguien quiere invertir debería acercarse a nosotros porque una franquicia te da mucho más valor que si inicias algo independiente, sobre todo tienes un camino recorrido. Es como pagar una carretera de cuota donde sabes que vas a tener todo pavimentado, alumbrado y a alguien que te auxilie si algo sale mal… Además, seguro llegarás antes a tu destino.