Dentro de la propiedad industrial encontramos dos ramas principales, una en la cual se encuentran las creaciones industriales y otra donde se encuentran los signos distintivos. Los signos distintivos en general comprenden: marcas, avisos comerciales, nombres comerciales y denominaciones de origen.
 

¿Pero qué es una marca?

De acuerdo a la Ley de la Propiedad Industrial, su artículo 88 define a la marca como “todo signo visible que distinga productos o servicios de otros de su misma especie o clase en el mercado”. A partir de esta definición entenderemos la importancia y los alcances de la marca. En primer lugar, la definición nos indica que una marca es un signo visible que distingue productos o servicios, entendiendo que la marca será el equivalente del “rostro” de un producto o servicio y permitirá al público consumidor identificarnos.
Dicha identificación, permitirá que los consumidores puedan acceder al producto o servicio de forma rápida y directa, sin confundirse dentro de la multitud de oferta existente en el mercado. Con lo anterior, se puede empezar a vislumbrar uno de los aspectos principales de la marca, el posicionamiento del producto o servicio en el mercado y la aceleración del comercio.
El posicionamiento de un producto o servicio depende de muchos factores tales como la demanda, la relación precio – calidad, difusión y un largo etcétera, pero uno de los factores esenciales para producir y mantener dicho posicionamiento es la marca ya que es el rostro del productos, el estandarte que permite distinguir una determinada calidad, que puede ser alta, media o baja, dependiendo de las características del producto o servicio, así como del sector comercial en el que se planee distribuir.
Pero sin una marca, no importa que tan capaz sea un producto o servicio de satisfacer las necesidades del público consumidor, se terminará perdiendo en la masa de productos o servicios similares que se ofrecen diariamente. Por otra parte, la aceleración del comercio se da, de la siguiente manera: Pongamos en el escenario a un consumidor promedio en un mercado, donde los productos no se manejan por marcas, sino por puestos, y desea comprar naranjas.
Irá de puesto en puesto buscando, analizando y evaluando la calidad de las naranjas en cada puesto hasta encontrar las que satisfagan sus necesidades, tanto en calidad como en precio. Pero una vez que vuelva a necesitar naranjas, el proceso se repetirá desde el principio.
Por otro lado, cuando un determinado producto o servicio cuenta con una marca, dicha marca no sólo servirá para anunciar el producto, sino que representará una determinada calidad, precio e incluso el sector comercial al que pertenece, por lo que el consumidor no necesitará analizar el producto, sino que de antemano sabrá la calidad del producto o servicio que está adquiriendo, incluso antes de probarlo.
Imaginemos cualquier refresco de su elección, en el momento en el que compran una lata de ese refresco, saben exactamente la calidad y composición de dicho producto, aún antes de haber abierto la lata.
La aceleración del comercio se da de esta manera, ya que la información necesaria para la compra ya se posee y se mantendrá sin importar el paso del tiempo.
 
Escrito por: Juan Pablo Luján – Abogado